Avance de la conservación de orquídeas en Perú a través de la educación en invernaderos
Jan 18, 2016
Orchids are the most diverse plant family on the planet and grow on every continent except Antarctica. Many individual species are highly specialized for their habitats and susceptible to sudden catastrophe. Former Smithsonian Gardens’ orchid expert Tom Mirenda recently collaborated with Peruvian biologist Carmen Soto to study how the Smithsonian’s management of rare orchids can translate to better conservation practices of orchids in their Peruvian cloud forest habitats.

Carmen estudia y realiza un seguimiento a las orquídeas del bosque nublado en Inkaterra, un ecolodge de 12 acres y reserva natural al pie de Machu Picchu. La región alrededor de la montaña es el hogar de una extensa población de orquídeas. De un aproximado de 3000 especies de orquídeas del Perú, cerca de 400 especies han sido identificadas solo en Inkaterra. Carmen también trabaja para desarrollar programas de investigación científica, tecnológica, social y cultural para ayudar a gestionar y proteger la impresionante diversidad de muchas especies de plantas y animales en su hábitat andino y amazónico.
Los jardines pequeños como Inkaterra pueden ser algunos de los únicos lugares que actualmente realizan un seguimiento de las orquídeas nativas endémicas de sus áreas; sin embargo, muchos de estos jardines son desconocidos o carecen de la capacidad de conectarse con los recursos internacionales destinados a la conservación de las orquídeas endémicas. El acceso a las instalaciones y la experiencia como la que se obtiene en Smithsonian pueden ayudar a los pequeños jardines botánicos, así como también a los esfuerzos dirigidos a la conservación de otras plantas, animales y ecosistemas, a contribuir y beneficiarse de los esfuerzos de conservación más grandes.

“Aquellos son estos jardines de orquídeas informales donde las personas rescatan orquídeas y las ponen en un entorno muy cerca de su hábitat natural que es fácil de estudiar y de fácil acceso”, señala Tom. "El problema es que estos jardines no están afiliados a ningún jardín botánico o institución académica. Nuestro reto es conseguir que se unan y obtener la información de todos estos lugares que realmente están realizando el trabajo de conservación ex situ, sin el aislamiento y la oscuridad”.
A diferencia de las orquídeas raras de otros lugares, las cuales pueden ser removidas de sus hábitats naturales para invernaderos a medio mundo de distancia, todas las 389 especies de orquídeas de la reserva natural de Inkaterra crecen en su hábitat natural, son la mayor colección privada de orquídeas nativas que crecen en un entorno salvaje, de acuerdo con la Sociedad Estadounidense de la Orquídea (American Orchid Society). Se descubren nuevas especies cada año.
“Lo que esperamos es tener a las orquídeas que rescatamos en las mejores condiciones disponibles y posteriormente regresarlas a sus hábitats”, explicó Carmen. “Las especies con poblaciones muy bajas pueden volver a poblarse en su hábitat natural y aún así estar siempre en las verdaderas condiciones y altitud de su hábitat. No queremos sacarlas de su hábitat natural”.

Sin embargo, la reserva carece de un invernadero para la reproducción y la investigación. Aunque puede parecer innecesario en un ambiente donde las orquídeas crecen sin intervención, añadir un programa de cultivo de orquídeas permitiría a Inkaterra reforzar las poblaciones peruanas de especies raras presentes no solo en los bosques de ecolodge, sino también en otras partes de la región y en todo el Perú. Un esquema de estudio formalizado también permitiría a otros investigadores catalogar y compartir mejor el conocimiento de las especies del lugar.
Trabajando con Tom en el otoño de 2015, Carmen exploró cómo los horticultores de Smithsonian rastrean, cuidan y mantienen una colección de 8000 plantas que representan 2400 especies de orquídeas. Esta oportunidad única le dio a Carmen una visión más profunda del cuidado y manejo de muchas especies delicadas.
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“Queremos ser capaces de preservar las especies con la tecnología que llegué a conocer aquí”, señala Carmen. "A través de los jardines, queremos enseñar a la gente acerca de la conservación, para aprender cómo preservar y cuidar las orquídeas. Pero primero tenemos que preservar nuestros bosques, si los preservamos, protegemos la diversidad de orquídeas, así como otras especies de la flora y fauna que también son importantes”.
Las orquídeas de los Invernaderos del Smithsonian están acreditadas por la Red de Colecciones de Plantas (Plant Collections Network), que reconoce los conjuntos destacados por su valor para los estudios genéticos, la reproducción y la investigación científica. Las orquídeas de los Invernaderos del Smithsonian representan la primera colección de orquídeas tropicales que se incluye en la red. Los miembros de la red pueden comparar los recursos, identificar las especies que faltan y se repiten en sus colecciones así como facilitar la investigación y el intercambio de conocimientos.
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La capacitación de Carmen con Tom exploró la forma en que el personal y los voluntarios pueden asegurarse de que las condiciones de cultivo sean adecuadas para una determinada especie de planta, la forma en que los Invernaderos del Smithsonian rastrea la identificación, origen, floración, propagación y otras ideas de métodos para beneficiar a los esfuerzos de conservación de Inkaterra.
“Carmen estuvo expuesta a todo tipo de cosas que nunca antes había visto”, señala Tom. “Abre los ojos en cuanto a la forma en que la tecnología puede ser usada para rastrear y tomar notas de cada planta”.

La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) realiza un seguimiento del estado de conservación de la flora y fauna en su Lista Roja, ayudando a denotar especies amenazadas y en peligro de extinción. La dificultad del estudio científico de las naciones en desarrollo, que a menudo poseen algunos de los ecosistemas más diversos del mundo, significa que muchas especies faltan o están poco representadas en esa lista. Ayudar a los centros más pequeños para la conservación a hacer su propio trabajo de catalogación es un paso para llenar esos vacíos críticos en el conocimiento de las comunidades científicas y de conservación a nivel mundial; eso es solo un ejemplo de cómo los esfuerzos de conservación más pequeños en todo el mundo pueden beneficiarse de la interconexión global.

“El reto con estos pequeños jardines de orquídeas es catalogar estas especies endémicas extrañas y maravillosas que se encuentran en alguna parte de modo que incluso nosotros sepamos que existen”, señala Tom. "Puedo cultivarlas aquí en los Invernaderos del Smithsonian, pero estos jardines informales hacen un trabajo mucho mejor en el cultivo de las plantas. Aprovechar eso será útil para alcanzar el objetivo de incluir a las especies de plantas amenazadas en programas de conservación ex situ en sus países de origen”.