Decenas de miles de barcos comerciales cruzan el Golfo de Panamá para llegar al Canal de Panamá y sus puertos del Pacífico. Las consecuencias de la combinación de este tráfico marítimo con las altas concentraciones de ballenas jorobadas en reproducción en la zona suelen ser desastrosas colisiones con barcos, que a veces resultan fatales. El biólogo marino Héctor M. Guzmán del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales usó datos de rastreo satelital para comparar el movimiento de las ballenas jorobadas en el Archipiélago de las Perlas de Panamá con los cursos de cientos de buques contenedores y buques tanque a lo largo de seis temporadas. Trabajando más de tres años con la Autoridad Marítima de Panamá, la Autoridad del Canal de Panamá y la Cámara Marítima de Panamá, Héctor ayudó a los socios locales a que la política se vuelva una ley. Aprobada por la República de Panamá y adoptada por la Organización Marítima Internacional, las rutas de navegación panameñas se implementaron en diciembre de 2014. Se espera que la primera de estas rutas en usar datos de rastreo satelital en su planificación mejore drásticamente la protección de las ballenas jorobadas y otras especies de la zona.